LA DEMOCRACIA Y EL DISCURSO DE LA DIFERENCIA CULTURAL: LA PEDAGOGÍA DE FRONTERA
Artículo publicado originalmente en el número 33 de la revista "Contexto Educativo. revista digital de investigación y nuevas tecnologías" en el año 2004. Desafortunadamente esta revista dejó de publicarse en el año 2005 y sus archivos retirados de la red.
Presentación
La democracia liberal burguesa, en su origen, intenta
articular tres dimensiones claves que la configuran y le otorgan legitimidad
(Reguillo (2000); estas dimensiones son la política, la social y la civil.
En su dimensión política la democracia, heredera del
proyecto de la modernidad, busca respetar el sufragio efectivo y propiciar la
participación de la sociedad civil a través de contiendas electorales donde el
principio de mayoría se establece como norma estructurante de los procesos
involucrados.
En su dimensión social la democracia, como precepto
instituyente, constituye al Estado como eje central de los procesos redistributivos
de la riqueza, mientras que en su dimensión civil se erige como garante de los
derechos civiles y las libertades individuales.
La conjunción de estas tres dimensiones ha conducido a
instalar a la ciudadanía en el vértice de la discusión a través del reconocimiento
de su estatuto legal que organiza y da sentido a las formas de gobierno.
Esta forma de entender la democracia ha sido fuertemente
impactada por la emergencia del discurso de la diferencia cultural. Este nuevo
discurso se origina a partir de las acciones realizadas por los movimientos
sociales que en las últimas décadas han conmocionado al mundo.
En un primer momento,
los movimientos sociales han señalado la insuficiencia de una conceptualización
pasiva de la ciudadanía; ésta no puede entenderse como una graciosa concesión
del Estado y su participación no se puede limitar a las contiendas electorales
En un segundo momento, y como consecuencia directa del
primero, los movimientos sociales han provocado la informalización de la
política (Lechner, 1995), ya que los partidos políticos han perdido credibilidad
y representatividad ante la sociedad civil y ésta busca los espacios y formas
de participación que considere adecuado a sus intereses, sea a través de los
movimientos sociales espontáneos o de Organizaciones no Gubernamentales (ONG)
institucionalizadas.
En un tercer momento, producto de la pluralidad y diversidad
provocada en el segundo momento, los movimientos sociales han logrado insertar
en el discurso de la democracia una cuarta dimensión “la cultural”, con lo cual
lanzan un serio desafío a las concepciones dominantes de la cultura occidental.
La ciudadanía aparece directamente vinculada al eje de la
inclusión[1]exclusión. Y además
de las condiciones objetivas que la soportan (instituciones, políticas,
servicios, normas) tiene un componente afectivo importante que se expresa en
“nuevas sensibilidades” (Martín Barbero, 1998), que reorganizan los saberes
tradicionales en un contexto de incertidumbre para ponerlos a funcionar, a
veces con un sentido pragmático, a veces crítico, con el objeto de ganar
espacios de inclusión y participación (Reguillo, 2000; pg. 1)
Esta nueva dimensión de la ciudadanía configura el nuevo
discurso de la diferencia cultura que tiene como propósitos centrales:
- Desechar lo monolítico y homogéneo en el nombre de la diversidad, multiplicidad y heterogeneidad:
- Rechazar lo abstracto, general y universal a la luz de lo concreto, específico y particular
- Hacer historia, contextualizar y pluralizar destacando lo contingente, provisional, variable, experimental y cambiante (West, 1990; citado por Giroux, 2000; pg. 1)
Este nuevo discurso reconoce y hace suyas un conjunto de
necesidades educativas (Giroux, 1998) como lo serían: 1) el cómo discutir y
emplear la comprensión de la diferencia para cambiar las relaciones
prevalecientes de poder que la ubican en una situación de exclusión, 2) el cómo
analizar la colonización de la diferencia efectuada por los grupos dominantes,
y cómo ésta es expresada y sostenida mediante representaciones en la que los
otros son vistos como una deficiencia, 3) el cómo descifrar críticamente la
forma en que las voces de los otros son colonizadas y reprimidas por el
principio de identidad que fluye a lo largo del discurso de los grupos
dominantes y sobre todo 4) el cómo crear nuevos espacios de discurso para
reescribir narraciones culturales y definir los términos desde otra
perspectiva, la de la otra parte.
Una primera respuesta a estas necesidades se encuentra en la
formulación de la Pedagogía de Frontera o Pedagogía de los Límites.
La noción de pedagogía de los límites presupone un
reconocimiento de las fronteras cambiantes que tanto arruinan como
reterritorializan diferentes configuraciones de cultura, poder y conocimiento.
No obstante el discurso de la pedagogía de los límites también une las nociones
de escuela y educación a una lucha política más sustantiva por una sociedad democrática
radical (Giroux, 2000; pg. 9)
La pedagogía de
frontera
La Pedagogía de Frontera se nutre, básicamente, de dos
fuentes teóricas: el postmodernismo crítico y la pedagogía crítica (Giroux,
1998).
El postmodernismo crítico plantea la necesidad de desterritorializar
el plano de la comprensión cultural dominante y por consecuencia el rechazo de
la idea de un sujeto unificado y racional; para esto se plantea como estrategia
central la crítica de todas las formas de representaciones y significados que reclaman
un estatus trascendental y transhistórico.
La pedagogía crítica ve a la educación como una práctica
política social y cultural, Se plantea como objetivos centrales el cuestionamiento
de las formas de subordinación que crean inequidades, el rechazo a las
relaciones de salón de clases que descartan la diferencia y el rechazo a la
subordinación del propósito de la escolarización a consideraciones económicas.
La conjunción de estas dos fuentes teóricas permitieron a
Henry Giroux (vid supra) formular la Pedagogía de Frontera (PF) o Pedagogía de
los Límites.
Los fines educativos
en la PF
Toda teoría educativa surge con el objetivo de satisfacer
ciertas necesidades educativas y para tal propósito se plantea una serie de
fines educativos que delimitan su ámbito de intervención.
La PF se plantea como fines educativos centrales:
- El desarrollar formas de transgresión a partir de las cuales sea posible desafiar y redefinir los límites existentes.
- El desarrollar condiciones en la que los estudiantes puedan leer y escribir dentro y en contra de los códigos culturales existentes.
- El crear nuevos espacios para producir nuevas formas de conocimiento, subjetividad e identidad.
Para esto acentúa el lenguaje de lo político examinando como
las instituciones, el conocimiento y las relaciones sociales se inscriben en el
poder de manera distinta, pero también examina el lenguaje de lo ético para comprender
como las relaciones sociales y los espacios desarrollan juicios que exigen y
conforman diferentes modos de respuesta al otro.
El contenido
educativo en la PF
La PF reconoce al conocimiento y a las capacidades como sus
principales contenidos educativos siempre y cuando permitan o generen “las
oportunidades de armar ruido, de ser irreverentes y vibrantes” (Giroux, 2000;
pg. 8).
En ese sentido, el conocimiento, las destrezas y los valores
se convierten en contenidos educativos necesarios para que el alumno pueda
negociar de manera crítica los límites culturales que le ofrece la sociedad y
por consecuencia para proceder a transformar el mundo en que vive.
La PF encuentra en los textos su principal insumo para el
trabajo con los contenidos educativos ya expuestos, pero “los textos deben ser
descentralizados y entendidos como construcciones históricas y sociales
determinadas por el peso de lecturas heredadas y especificadas” (Giroux, 2000:
pg. 11).
Los textos se pueden leer enfocándose en cómo diferentes
públicos pudieron responder a ellos, destacando así las posibilidades de leer
contra, dentro y fuerade los límites establecidos
Los docentes en la PF
Para Giroux (2000) los docentes deben tener un control
teórico de las formas en que se construye la diferencia, ya que ésta puede
adoptar diversas representaciones y prácticas que nombran, legitiman, marginan
y excluyen las voces de los grupos subordinados.
Este control teórico permitirá al docente trabajar los
contenidos educativos de una manera pertinente para el logro de los fines
educativos ya esbozados, pero el logro efectivo de tales fines exige que el
docente se constituya en un cruzadorde fronteras para legitimar la diferencia
como una condición básica para entender los límites del propio conocimiento.
El concepto de pedagogía de
frontera sugiere que los maestros existen dentro de los límites sociales,
políticos y culturales, que son tanto múltiples como históricos en esencia y
que ubican demandas particulares sobre el reconocimiento y la aprobación
pedagógica de las diferencias. Como parte del proceso del desarrollo de la
pedagogía de la diferencia, los maestros necesitan tratar con una plétora de
voces y la especificidad y organización de diferencias que constituyen
cualquier curso, clase o curriculum, de tal forma que problematicen no solo las
narraciones que dan significado a las vidas de los estudiantes, sino también a
los lineamientos éticos y políticos que les trasmiten sus subjetividades e identidades
(Giroux, 1998; pgs. 92-93),
Los alumnos en la PF
Bajo la perspectiva de la PF el alumno se debe concebir como
cruzador de fronteras, como gente que entra y sale de los límites construidos
en torno a coordenadas de diferencia y poder. Para esto el alumno debe ser
capaz de escribir, hablar y escuchar en un lenguaje en el que el significado se
haga de múltiples acentos, sea disperso y se resista a cierres permanentes.
Las diferentes narraciones que
los estudiantes de todos los grupos traen consigo a clases, necesitan ser cuestionadas
por sus ausencias lo mismo que por sus contradicciones, pero también entendidas
como algo más que una simple mirada de historias diferentes. Tienen que ser
reconocidas como forjadas en relaciones de oposición a las estructuras
dominantes de poder (Giroux, 1998; pgs. 94-95)
A manera de cierre
La validez de una teoría prescriptiva de carácter educativo,
sea pedagógica o didáctica, se realiza mediante su contrastación con la
realidad que se deriva de su aplicación en contextos específicos.
La aplicabilidad de una teoría, reflejada en sus múltiples
experiencias, permite reconocer su potencialidad para la transformación de la
práctica educativa. En ese sentido, y para efectos de cerrar la presente
exposición, se presentan tres experiencias (Giroux, 2000) que pueden ser ilustrativas
de las posibilidades de una PF.
- Bigeow y Diamond en 1988 crearon materiales curriculares alternativos que tratan la historia del trabajo y los trabajadores de los Estados Unidos.
- Simon y un grupo de colaboradores (1988) elaboraron materiales curriculares usando la película como una aproximación basada en el alumno para una educación no racista.
- Sincjer (1984) ha trabajado para elaborar historias orales de sus comunidades, vida familiar, vecindario y otros asuntos como parte de un proyecto más amplio para producir antologías que se usen en programas de escritura bilingües.
Estas experiencias permiten, por una parte, afirmar las
posibilidades reales de una PF en el campo educativo, pero por otra parte,
proporcionan una muestra de los retos que implicaría para un pedagogo crítico la
aplicación de los postulados de una PF y que Guevara (2002) brillantemente
sintetiza en las siguientes frases:
Quizás es un buen momento para
que empecemos a pensar juntos sobre la Diversidad y las Discriminaciones que
conlleva... Creo que hay que definir si uno está a favor de la diversidad o si
lo que se pretende es homogeneizar para que desaparezca “ (pg. 3)
Lista de referencias
Giroux Henry A. (1998), “La pedagogía de frontera en la era
del pomodernismo”, en Posmodernidad y educación de Alicia de Alba
(compiladora), México, CESU-Porrúa.
Giroux Henry (2000), Democracia y el discurso de la
diferencia cultural: hacia una política pedagógica de los límites, en Kikiriki,
No. 31-32, disponible en URL:http://www.quadernsdigitals.net/numeros.asp?ldRevista=7&ldNumeros=293
Guevara Raúl (2002), ¿Homogeneizar o diversificar? Dilema
del educador crítico,en Contexto Educativo Año III, No. 20, disponible en URL: http://contexto-educativo.com.ar/
Lechner Norbert (1995), Por qué la política ya no es lo que
fue, en Nexos, No. 216, México,
Reguillo R. (2000), Naciones juveniles. Ciudadanía: el
nombre de la inclusión, disponible en URL: http://www.buap.mx/tcu/uni4lec6.html
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